La industria acuícola asegura al consumidor frescura y calidad pues cuida al máximo el proceso de manufactura y distribución de sus productos. Una vez que los peces salen del agua pasan a la sala de empaquetado donde, tras ser lavados convenientemente, son clasificados por tallas. Después se colocan cuidadosamente en cajas de porexpan blanco que, rellenas con hielo en escamas de uso alimentario, se sellan y etiquetan con las especificaciones del producto. Las cajas con el pescado llegan a los puntos de venta en camiones isotermos para mantener siempre el producto bajo condiciones óptimas de frío y conservación.
Un alto porcentaje de la producción canaria se exporta a la Península a través de la red de Mercas, MERCASA, que distribuye el 50 % del volumen total nacional. Precisamente esta dependencia del mercado exterior es uno de los principales puntos débiles del sector en Canarias. Considerando la lejanía y las dificultades de transporte, las empresas canarias soportan un sobrecoste decisivo, calculado en torno a 1,20 € por kilo de producto final si se usa como referencia el mercado de Madrid. Este sobrecoste se origina principalmente por fletes, agencia de aduanas en origen y destino, cajas suplementarias y empaquetado especial debido al cambio de aviones.
Analizando la evolución del mercado en países con mayor tradición acuícola que el nuestro (Noruega, Escocia, etc.) se observa cómo esta industria ha ido diversificando su actividad para adecuar el producto a las necesidades del consumidor. La demanda del producto pesquero ya elaborado, haciéndolo más atractivo para el consumidor, es cada vez mayor (envasado, limpio de víscera, fileteado o con elaboraciones más complejas).
Actualmente, en Canarias ya existen algunas experiencias en este sentido, especialmente con la lubina ecológica. Cultivar otras especies comercialmente rentables que se sumen a las cinco que ya se trabajan en Canarias es otra forma de diversificar nuestra industria acuícola. Las investigaciones llevadas a cabo indican que otros espáridos (bocinegro y sargo) y carángidos (medregal) podrían incorporarse a la producción en el mar. Junto a ello se están poniendo a punto técnicas de cultivo en tanques de tierra para moluscos no filtradores (almeja canaria), con experiencias muy exitosas, y a pequeña escala, producción de macroalgas para la alimentación humana, ganadera, abono de cultivos terrestres o para la industria farmacéutica.
En general, la mejora de la calidad de vida se traduce en un aumento de los requerimientos del consumidor en cuanto a calidad y cantidad de pescado fresco. Por ello, la industria del cultivo de peces marinos disfruta de buenas expectativas de crecimiento, ya que es la única actividad que permite asegurar un suministro regular de pescado de alta calidad que complementa las capturas de la pesca extractiva.