El declive de las capturas pesqueras desde los años 90, el aumento de la población mundial y el crecimiento del consumo de proteína saludable del pescado evidencian que la acuicultura es la vía para equilibrar el aumento de la demanda sin alterar el medio marino ni poner en peligro las especies más consumidas. La acuicultura y la pesca artesanal son, por tanto, complementarias y en Gran Canaria conviven a la perfección.
En Canarias, solamente tres de las más de cien especies comerciales de nuestras aguas se están cultivando. La acuicultura representa el 3 % de la actividad pesquera del archipiélago, por lo que pensar que acabará con la pesca artesanal es inimaginable. Además, la acuicultura en mar abierto en Canarias demanda servicios que pueden ser ofrecidos por las cooperativas y cofradías de pescadores. La reparación de embarcaciones y redes, el transporte de pescado o el suministro de hielo son algunos ejemplos de una "simbiosis" que, lejos de acabar con la economía de los pescadores de Gran Canaria, se dibuja como una nueva fuente de ingresos complementaria para ellos.